Peratallada

Peratallada és coneguda per ser una ciutat medieval molt ben conservada i per la gran densitat de restaurants per metre quadrat. Fer una visita a l’hivern quan tot és tancat esdevé una experiència rotllo ciutat fantasma, ningú al carrers, pols i herbes seques rodolant per terra que aixeca la tramuntana ara quasi morta, i resonen a les taules de les terrasses paraules que jeien al terra des de l’estiu i que ara el vent enlaira: «passeu-me l’all i oli».

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Peratallada

Qué no te puedes perder:

Los jameos del agua : .Lo singular de este lugar es que  aprovecha un tubo volcánico que une el mar con la Cueva de los Verdes y la montaña de la Corona.

En su interior  descubrimos un lago natural de aguas transparentes ,donde habitan los “cangrejos ciegos”.Una especie única en el mundo ,de color blanco y de apenas un centímetro ,que es además extremadamente sensible al ruido y a la luz- Aunque parece que a  estos pequeños albinos les molesta que tiren monedas para pedir deseos (a mi tampoco me haría ninguna gracia) no debe molestarles ni el auditorio, ni el bar, ni el restaurante que allí se encuentra.


Fundación César Manrique:Cinco burbujas volcánicas  que el artista reconvirtió en diferentes estancias de su propia casa.Que no piense el visitante que va a visitar la típica buhardilla húmeda del artista bohemio.Esto no es Paris! Aquí encontrará estrechos pasillos excavados en la lava solidificada y,rincones al más puro estilo Chill out de los 70 .

Si tenemos ganas de conducir un poco más,  podemos subir hasta el mirador de el rio y desde allí ver la isla de La Graciosa.

En una tarde visitamos la Fundación,los jameos  subimos hasta el mirador y ya de bajada (por una estrecha carretera llena de curvas ) pasamos por el parque eólico, y el monumento al campesino.

El golfo: un volcán que surgió del mar en la erupción de 1730.Allí se filmaron secuencias de El planeta de los simios y de Furia de titanes.

Un lago de aguas esmeraldas rodeado del mar y paredes de formas lunares que son parte del cráter.

 

Muy cerca del golfo se encuentran Los hervideros. Maravilloso espectáculo de las olas rompiendo contra las rocas. Con tal fuerza que parece como si fuera agua hirviendo

Circulando por la carretera que lleva a Geria,os sorprenderán los pequeños cráteres excavados por los agricultores para proteger las cepas de vino.

Podéis hacer una pequeña parada para  hacer fotos y aprovechar para comprar alguna botella de vino en alguna de las bodegas

Podéis aprovechar para pasear por el  mercadillo de Teguise y allí comprar souvenirs

El 1 de Septiembre de  1730 , cerca de Timanfaya ,empezó una erupción que duraría 6 años y que acabaría por modificar la morfologia de la isla.

Hoy podemos visitar El parque nacional del Timanfaya  y alucinar con un fantastico recorrido entre cráteres .

A la llegada al parque ,justo delante del parquing (hay que dejar el coche ya que sólo se puede acceder en guagua) podemos ver unas demostraciones que nos recordarán que no son volcanes apagados.

                    

Parada obligatoria para dar un pequeño paseo en camello antes de subir al parque nacional del Timanfaya

Qué no te puedes perder:

Lanzarote

 

 

Si Una cosa tenía clara es que no pensaba cumplir los 40 encerrada en un despacho…¿Y qué mejor que Lanzarote en Septiembre !
Mientras mis compañeros luchaban todavía con el síndrome post vacacional ,allí estaba yo peleándome con una maleta que se empeñaba en tener que ser facturada. Desde luego que el que decidió el tope en el equipaje de mano no era mujer y desde luego es un guarro capaz de no cambiarse la ropa en 4 días.
El vuelo Bcn-Arrecife dura 3 horas, que es justo mi tope ,a partir de aquí me entra el yuyu de voy a morir…Voy a morir y sobretodo si en el avión viajan un grupo de asiáticos , monjas o equipo de fútbol .
En el mismo aeropuerto recogimos el coche que teníamos alquilado por el módico precio de 41€ por 3 días ! Pero con la gasolina traída especialmente de algún Emirato árabe ,a decir del precio, y el todo riesgo …Total 151€ !
Conducir por la isla es fácil, una carretera central recorre la isla de punta a punta y aún a pesar del GPS que no paraba de boicotear el viaje, no tardamos ni una hora en llegar a Playa blanca. Allí, íbamos a alojarnos en un macrohotel o Resort de esos de pulserita y de los que hay que coger un trenecito para moverse por él.
Como somos raritos éramos los únicos que teníamos solo media pensión .
Lo de las pulseritas de colores es cutre. Qué gracia tiene pillarte un avión para hacer poco más que lo que harías espachurrao en el sofá de tu casa? Supongo que hay gente que disfruta del stress que provoca tener que decidir que buffet elegir. Así que lo primero que hicimos fue plantearnos si había vida tras la palmeritas que hay en el camino que lleva del bungalow al bar-pirata de la piscina infantil.

Lanzarote

Día 11 Oslo, último día.

Es domingo por la mañana, el museo Munch nos parece una buena idea de empezar el día. Vamos caminando, es un trecho, pero hace buen día, hay que cruzar el jardín botánico y luego, ahí está, el Munch Museet.
Hay que indicar que aquí si que hemos visto seguridad, un arco tipo aeropuerto, puertas que se cierran rollo Ford Knox, hay que dejar las bolsas y mochilas abajo, antes del control, si tenéis iPhone y os interesa una visita guiada llevad cascos, con el Wi-fi del museo hay una gratis, con la entrada claro, 95NOK.
Los cuadros son bonitos, y bastante emocionantes, aunque todos llenos de melancolía y tristeza, Munch la retrata como nadie, en rincón de la segunda sala su obra más conocida: el grito, que es lo que te dan ganas de hacer para espantar a la gente que revolotea haciendo fotos y vídeos alrededor de la misma y no te deja ver con tranquilidad.

Bajamos al muelle con la intención de visitar la fortaleza de Oslo, el Akershus pero el tiempo ha ido cambiando paulatinamente, como no, y se gira el viento y llueve, y casi todo es al aire libre. Intentamos refugiarnos en el Museo de la Resistencia dentro del recinto, pero es de pago, pensaba que al menos este sería gratis pero no. La lluvia empieza ahora a arreciar y decidimos volver al hotel a pillar ropa adecuada, hoy tampoco acertamos con el vestuario.

Una vez más preparados y aprovechando una tregua nos acercamos al parque de esculturas de Vigeland, que impresiona cuando entras por lo grande que es en conjunto. Las figuras son muy dinámicas parecen tener vida y hay un montón. Al final llegas a un monolito muy alto formado con un montón de cuerpos amontonados que a mi de da un poco de mal rollo, supongo que es lo que buscaba el artista.

La lluvia que no cesa, pero nosotros no vamos a dejar de hacer cosas por ello, como la gente que vemos, paseando al perro o haciendo deporte. Hay un dicho en Noruega que dice: » no hace frío, vas mal abrigado». Pues nada a seguir adelante hacia la ópera de Oslo.
Para ir ahí pillamos el travía que la verdad funciona muy bien a intervalos de 10 minutos, cuando llegamos ya no llueve.
El edificio es todo de mármol blanco de carrara y de cristal y parece una nave espacial que ha amenizado en el fiordo de Oslo, tiene como unas rampas con bastante desnivel que al principio ves difícil de subir, con el suelo mojado más, pero al final es mucho más fácil, y una experiencia, algo así como subir hasta el cielo. Incluso arriba en la terraza hay gente haciéndose fotos, simulando ser un pájaro, volar como superman y demás idioteces, nosotros también caímos al final.
Por dentro es muy moderno como una nave espacial en blanco y madera. Nos asomamos a la terraza del Restaurant y a lo lejos oímos música. Vemos gente que vuelve de una fiesta, buscamos, nos dirigimos a un alejado muelle del puerto y lo que encontramos es una mini carpa de circo que hace de local de conciertos alternativos. Todo muy bien montado con chiringuito para comer y todo. Hoy tocan unas chicas muy cañeras (algo así como las Breeders de cuando éramos grunges).

Volviendo paseamos por el Anker Brygge, decidimos que como es el último día nos merecemos un homenaje. Y así entre polares, mantas y estufas nos tomamos nuestra copita de vino en una terraza Noruega, aún sabiendo que por cada copa teníamos una botella de vino del » bueno» en nuestro país.
Mañana volvemos y nuestros cuerpos van a tener que acostumbrarse otra vez a temperaturas de verano…del de verdad.
Ha det bra, a este maravilloso y espectacular país y takk por unas vacaciones perfectas.

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Día 11 Oslo, último día.

Día 10, Oslo

Nos levantamos temprano con ganas de descubrir Oslo, lo primero ver algún museo de visita obligada, antes de que la horda de turistas los inunden. Los dos principales son el museo de barcos vikingos y el museo Fram, ambos se encuentran en la isla de Bygdøy, para ir ahí hay un mini-ferry que sale del Radhaus.
El viking es un museo pequeño, apenas tres salas con tres barcos, son bonitos los barcos, de madera negra e impresiona pensar como podían aventurarse en el mar con esas cáscaras de nuez. Aquí la multitud de turistas en un espacio tan pequeño te satura un poco, así que hicimos una visita express.
El siguiente es el museo Fram, es interesante como está montado, todo el edificio es el barco Fram, utilizado en varias expediciones polares, en cada una de las cubiertas alrededor del mismo hay vitrinas donde hay cosas curiosas: patatas deshidratadas, cacao en polvo cadbury, rifles de precisión y aquavit un licor muy fuerte, que no falte.
Una vez a la altura de la cubierta se puede subir y entrar en dentro, se pueden ver los diminutos camarotes donde pasaban larguísimas estancias en las condiciones más duras en los mares más peligrosos del mundo, solo de pensarlo me mareo.
A la hora de comer, salió el sol, y nosotros en gabardina, pensamos que sería buena idea ir al barrio más de moda y chic en Oslo: el Grünnerlokka y pasear un poco. Es un poco como el Born de Barcelona, tiendas, cafés, de lo más moderni, también abundan las tiendas de segunda mano con olor a polvo.
Nos sentamos en una terraza interior, resultado una hamburguesa y una cerveza 20 euracos, el sitio era agradable y la comida buena, todo hay que decirlo.
Fuimos a hacer unas compras por el centro, las calles estaban a rebosar de gente, la mayoría joven, tomando el Sol en las terrazas y gastando, que la corona está fuerte.
Cansados ya, nos retiramos a nuestro apartamento y pasamos por un súper para comprar la cena, con una clavada al día ya tenemos bastante. Compramos cosas para cenar y una cerveza y una latas de grosella-cerveza, aquellas imitación de vino para acompañar, atención amigos, sorpresa, nos las retiraron en la caja, sólo se puede comprar alcohol hasta las seis de la tarde los sábados, qué tiquismiquis. Nos vamos al hotel con la sensación de estar más adelantados culturalmente que estos vikingos, por lo menos en lo de la cultura del vino.

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Día 10, Oslo

Día 9, Moskenes-Bødo, Oslo

Nos vamos de las Lofoten, con grandes lagrimones decimos adiós a nuestro «rorbu», nuestra cabañita roja del ikea, dejamos el coche en Moskenes, justo delante del muelle del ferry a Bødo.
Hay que esperar a que llegue el barco para que comprar los billetes, hay unos señores con petos fluorescentes y bolsito de piel camel que te cobran incluso con tarjeta, como todo en Noruega. Pero antes te hacen firmar en la lista de pasajeros, me dio por poner nuestros nombres reales pero estuve tentado de poner Sres. Pescanova.
El viaje dura unas tres horas y se hace un poco pesado pero los asientos son cómodos y la vista del mar te tranquiliza. Si hasta ahora todo olía a una mezcla de bacalao, madera y saco viejo, al subir al barco nos recibe un olor a frankfurt que tira para atrás.
Nuestra aventura empieza al llegar a puerto. Bajamos hacia la puerta que está en el parking y han querido apurar tanto que no hay sitio para pasar entre camiones, autocaravanas y coches. Se trata de llegar al otro lado para recoger nuestra maletas, imposible, la gente se va colando entre los coches , con el miedo de quedar atrapados. Incluso nos peleamos con una señora francesa que no nos deja pasar y es que tenemos el tiempo justo para llegar al aeropuerto de Bødo y coger el avión .
Conseguimos salir y ni una indicación de parada de taxi vemos una cola de gente esperando previsiblemente lo mismo que nosotros, pero no nos arriesgamos. Rápido, rápido a lo lejos una torre con reloj nos indica la estación y nos apresuramos con las maletas, efectivamente una indicación de parada y cola de gente esperando, uf. Taxi tras taxi, llegan con cuentagotas, nuestro turno no llega, tic tac, le pregunto al señor que va primero si va al aeropuerto y si le importa «to share the taxi, we’re in a bit hurry» contesta: «no problem, i’m in a hurry too».
Sentados en el taxi nos miramos ya tranquilos, como en el final de «el graduado», no tarda más de diez minutos, el aeropuerto de Bodø está en el mismo núcleo urbano, encima nuestro ángel insiste en que no paguemos: «I pay, I pay» viva Noruega!.

Check-in con la máquina automática y para Oslo, hora y media de vuelo, al lado nuestro se sienta un militar de la base de Bodø, ayudante de F-16, hay bastantes turbulencias y lo miramos a ver, pero el impasible, así que todo va bien.
Pillamos el Flytoget a Oslo, tarda unos 30 minutos, y llegamos a nuestro hotel, que es un apartamento en una Villa, en la zona de las embajadas, el primer ministro vive unos metros más abajo, todo está muy oscuro a esta hora, son las diez, acostumbrados a tener luz hasta casi las doce, en nuestro añorado Reine.
Pero bueno aquí estamos, mañana más aventuras, esta vez, en la gran ciudad. Oslo.

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Día 9, Moskenes-Bødo, Oslo

Día 8, road movie, Ramberg, Nusfjord, Borg

Quedaba pendiente hacer algo de ruta en coche, alquilamos uno en Moskenes, no muy caro (500NOK), pero el coche era más bien soviético, las ventanillas manuales, sin mando a distancia, eso sí con casette auto reverse y asientos con calefacción.
El chico del alquiler, muy amable, se empeñó en que éramos italianos, no, no, de Barcelona dijimos, pero él nada, nos dio el folleto en italiano y puso en la factura Barcelona Italy. Formalizar el contrato fue como todo lo de aquí, happy-happy, ningún tipo de documentación ni tarjeta, ni paga y señal, ni na de na.

Ok go, primera parada Fredvång donde llegamos tras pasar un vertiginoso puente, avanzamos por una pista hasta un camping desierto cerca de una grandísima playa, abierta al mar y salvaje, caminamos un poco para intentar llegar a la orilla pero nuestros pies se hundían en la arena cada vez más y daba cierta sensación de arenas movedizas, desistimos.

Seguimos hacia Ramberg, una espectacular playa de arena blanca y playas turquesas, esta ya más domesticada y totalmente vacía como todo aquí, ah, hoy no hacía muy buen tiempo, si no ese baño ártico se habría repetido cof cof (tos seca).
Un poco más adelante está Flackstad, con su pequeña iglesia de madera roja y campanario en forma de bulbo. Nos pareció que no se podía entrar pero en ese momento aparecieron una horda de «nuestros compatriotas italianos» que entraron escandalosamente sin miramientos, uno de ellos incluso se atrevió a tocar Michael Nyman en el viejo piano de la iglesia, huímos de allí antes de que se arrancara con Albano o algo peore.

Uno de los objetivos de ir en coche era llegar al recóndito pueblo pesquero de Nusfjord, donde hay mala combinación si se quiere ir en bus. Es un pueblo pesquero convertido en museo, con explicaciones en cada uno de los edificios y para qué uso estaban destinados: el ahumado, la fábrica de aceite de hígado de bacalao, la lavandería, tienda, etc…muy bonito to, pero el tiempo hoy era especialmente frío y desapacible y pensamos que era buena idea acercarnos al museo vikingo de Borg a pocos kilómetros de Leknes.
Un poco de mala suerte o falta de previsión nos impidió verlo ya que cerraban en pocos minutos, a las cuatro. Una pena porque estaba bien montado como un parque temático: vikiland, como premio de consolación en la cafetería hacen unos pastelitos de chocolate y jengibre buenísimos.
Ya en el coche vimos una iglesia bastante particular al acercarnos vimos que había un camino que llevaba a un muelle en un fiordo, con una réplica de un barco vikingo, al parecer nos habíamos colado en el final de la ruta del museo. Ningún tipo de vigilancia, podíamos haber pillado el drakkar y volver a Bergen, para la sorprendida cara de los turistas del muelle.

Decidimos retornar tranquilamente y parar en el pueblecito de Sund, uno más del montón de pueblos pesqueros, pero este era la perfecta imagen del abandono.Todo lleno de chatarra, restos de barcos, motores oxidados, desvencijados almacenes, casitas de madera astillada blanca y absolutamente nadie a parte de las gaviotas, bueno un hombre vimos arreglando un barco. Era la perfecta localización para una película de miedo, pies para qué os quiero de vuelta al coche, de vuelta a Reine.

La verdad es que la experiencia de conducir por la zona es muy tranquila, la carretera es toda de curvas y estrecha, a veces solo puede pasar un coche para lo que hay semáforos, y la gente es muy respetuosa. Pero nos agobió un poco estar encerrados en el coche ante tanto paisaje y no sumergirnos en el, tal como hicimos en la excursión del día anterior, perdidos en algún fiordo y caminando tranquilamente a nuestro rollo, esa es la idea de las vacaciones.

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Día 8, road movie, Ramberg, Nusfjord, Borg

Día 7. Vinsdtad, playa de Bunes, baño ártico

Nos presentamos en el muelle 20 minutos antes de la salida del Sea Express que hace la ruta del Reinefjorden y que sale justo destrás de nuestro Rorbuer. Cuando llegamos ya estaba casi lleno y por un pelo que no entramos ya que aunque faltaban 10 minutos para la salida el capitán decidió zarpar.
El viaje dura apenas 25 minutos, es un ferry pequeñito y la gente va en la cubierta de pie, sentados en el suelo o donde pueda.
Vindstand es un pequeño miniminipueblo, antiguo pueblo pesquero del que apenas quedan 4 casas, una antigua escuela y 6 personas (las contamos). Parece el pueblo de la casa de la pradera abandonado pero con ovejitas.
Desde el muelle sólo hay que seguir el sendero (no hay otra opción) que lleva directamente a la playa de Bunes.
Dicho así parece que vas a la típica playa de Menorca con chiringuito, pero aquí se trata de caminar una hora y subir un pequeño cerro tras el cual aparece la playa de Bunes donde no hay nada.
Esta playa de arenas blancas y aguas turquesas sorprende por su extensión, además está escondida entre montañas enormes lo que la hace aún más impresionante.
Llegar a la orilla nos llevó casi 1/4 de hora, y aunque no hacía un día muy bueno lo teníamos claro, ese era el lugar para nuestro bañito ártico!
Dicho y hecho, para sorpresa de los demás excursionistas que se habían desperdigado por la playa y alrededores.
El agua estaba helada, como era de esperar, pero salir de la misma y secarnos no fue tan duro como nos temíamos. Sin embargo sí nos quedamos helados cuando vimos que el agua estaba infestada de medusas y en pleno subidón ártico no nos habíamos dado ni cuenta.
Andamos un poco más hacia un acantilado y nos refugiamos del viento en una cueva natural y aprovechamos para comer, empezaron a caer cuatro gotas y pensamos que era mejor ir volviendo al muelle.
El tiempo en las Lofoten es bipolar pasa del otoño lluvioso a la primavera más radiante en pocos minutos, como nos pasó, aquí te pasas el día quitándote y poniéndote polares.
Llegamos al pueblo donde vimos un cartel que indicaba un sitio para tomar café al módico precio de 10NOK. Una viejecita había montado un Starbucks en la vieja escuela del pueblo que también sirve de sala de espera del ferry.
Esta es una excursión fácil pero solo hay una barco de ida y otro de vuelta y hay que estar atentos al horario si no queremos pasar la noche con madame Starbucks.
De vuelta a Reine con un Sol radiante, decidimos dar un paseo por detrás de la imponente montaña Reinebringen, que la gente sube para hacerse fotos espectaculares, vimos el sendero por donde se empezaba la ascensión, pero sólo es recomendable para montañeros avezados, sin embargo nos quedamos con las ganas de subirla.
Aparte del baño quedaba pendiente avistar algún bicho ártico y cual fue nuestra sorpresa cuando vimos a lo lejos un león marino.
Misión cumplida!.20110818-123110.jpg

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Día 7. Vinsdtad, playa de Bunes, baño ártico